Presupuestos educativos y estilo docente



“No se puede enseñar filosofía sino a filosofar” 

Esta frase de Kant no cabe duda acerca de cuál debe ser el objetivo de un “profesor de filosofar” cuando entra en el aula. 

Hace mucho tiempo ya me decía un compañero que hacía lo que hoy sería el equivalente a un master en uno de los centros de enseñanza más prestigiosos del mundo que no le habían dado muchos conocimientos sino las herramientas intelectuales para obtenerlos… 

Abundando en esto suele decirle a mis alumnos que cuando yo estaba en el instituto teníamos problemas para hacer los trabajos porque teníamos escasísimas fuentes de información a mano; hoy en día toda la información –más de la que entonces podíamos imaginar- está a un solo clic de ratón. El problema no es ahora obtener información sino procesar adecuadamente la información según el objetivo que se persigue. 

Si a todo esto se le añade que los alumnos que tenemos en las aulas son nativos digitales, parece claro que deben aprender a usar adecuadamente las TICs y cómo utilizar esas herramientas para mejorar su interacción con la realidad.

Podríamos decir pues, que hacer a los alumnos realmente competentes (en el espectro más amplio posible de vertientes y en el uso más profundo del término) debería ser nuestro objetivo. Aunque creo que la formación de nuestros alumnos debe tener en cuenta también la adquisición de un cierto bagaje cultural que no es de aplicación inmediata en sentido utilitarista, según dicen todas las recientes leyes de educación se trata también de formar ciudadanos responsables y críticos; y en muchos casos de dar una sólida formación que después cimente unos estudios superiores.

Entonces, exponiéndolo de manera más sucinta y concreta, creo en una enseñanza que se base en :

  • Partir del nivel de desarrollo del alumnado y de sus conocimientos previos. 
  • Integrar activamente al alumnado en la dinámica general del aula y en la adquisición y configuración de los aprendizajes. 
  • Proporcionar situaciones de aprendizaje que resulten motivadoras. 
  • Asegurar la construcción de aprendizajes significativos y contextualizados. 
  • Flexibilizar la práctica docente, retroalimentandola permanentemente a partir de la dimensión formativa de la evaluación. 
  • Atender y fomentar la autonomía personal a la par que la capacidad para el trabajo cooperativo. 
  • Atender a la diversidad.





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